domingo, 12 de diciembre de 2010

La Película de Artaud






...aprende las voces terribles que anudan la vida con la muerte, y luego, para los sordos, da un paso al frente, transmite el mensaje, hace una reverencia, saluda y se va.

...como un diente flotando en el aire muerto. Los labios finos y apretados, la mirada desconfiada. Con esa cara de luna en retroceso y esas manos tan humanas y vacías, avanza imperfecto Antonin Artaud. Con un efecto de film en blanco y negro, con el ruido del proyector, lleno de rayas y soledad. Antonin Artaud gira, se pone de cabeza, se desdobla, y pronuncia las palabras que leyó en las letrinas de los sueños.

A lo largo de su existencia, Antonin Artaud participó como actor en numerosas películas. Pero es preciso aclarar que sólo lo hizo con el propósito de ganarse el pan. Nunca se sintió plenamente conforme con sus papeles y casi siempre estuvo ajeno a esas obras. Por eso hemos creado esta película, en la que Antonin Artaud se representa a si mismo. Es lo justo. Es lo menos que podemos hacer por un hombre de su talento. Se lo debemos: por todo lo que nos enseñó a propósito de la poesía, el teatro, y la vida misma.

Nada es fácil. Siempre hay un precio. Antonin Artaud y el jardín del dolor. La primera vez que saltó hacia esa luz blanca pensó que era la muerte. Pero debió volver a ella, conducido por los enfermeros del Hospital de Rodez. Y ahora tenemos aquí esa luz blanca, en todo su cuerpo y toda su alma. Antonin Artaud, sumergido, atrapado en una flor de luces crispadas. Vuelve a saltar, sin entender la razón (porque no existe ninguna), con todo su dolor y su miedo.

..su cara blanca como una luna de río, así de fría y callada.
Pero ahora avanza imperfecto Antonin Artaud. Con un efecto de film en blanco y negro, con el ruido del proyector, lleno de rayas y soledad. Antonin Artaud sube la montaña. Avanza imperfecto pero empecinado. Sube, sube, hasta sentir las voces del aire, del viento y de la hierba.
Es hermosa la vista en el país de los Tarahumaras; dejemos aquí un rato a Antonin Artaud. Para que reafirme su posición de que nuestro mundo no es el real. Para que tenga la ilusión de que puede recuperar algo que se ha perdido hace muchísimo tiempo. O simplemente para que descanse de la Civilización.

Volvemos a los enfermeros, los médicos, los electro-choques. Eso debe funcionar muy bien. Con cada electro-choque aparece una luz blanca, que está acompañada de un efecto sonoro. Es algo impactante. Después de cada electro-choque dejamos de filmar el cuerpo exhausto de Antonin Artaud y pasamos a otro momento. La luz blanca es una suerte de nexo entre las distintas escenas.

...atrapado por las corrientes del dolor que surcan el espacio. Sin saber que busca un consuelo que tal vez nunca llegará, ahí va Antonin Artaud, con las blancas manos abiertas como estrellas, con los cabellos duros y descoloridos, con la cara irreprochable del verdadero padecimiento, ahí va Antonin Artaud, como un misterio al margen de la Historia. Atrapado por las corrientes del dolor que surcan el espacio, sin saber cuál es la meta de ese viaje tan frío, avanza imperfecto Antonin Artaud, mientras suena una música de cráneos golpeados con un fémur.

Es Antonin Artaud. Puedes reconocerlo por esos ojos que miran la parte de atrás de las cosas, y por esas manos que se mueven constantemente, pero inútiles. Es Antonin Artaud. Puedes reconocerlo por ese extraño modo de caminar. Parece que tuviera una pequeña cojera. No me importa si Antonin Artaud cojeaba o no cojeaba. Necesitamos mostrar que es un hombre enfermo, así que en esta película él debe cojear, aunque tenga que partirle una pierna.

No olvidemos a su novia. Génica. La única mujer a quien amó, según afirman sus biógrafos. Esta es la idea que tengo: Antonin Artaud sueña con una mujer que le crece por las noches, se insinúa, se aleja, regresa...Se mete en todas las habitaciones de su mente, inclusive en aquellas que él ni siquiera sospechaba que existían. Y luego, por las mañanas, Antonin Artaud se despierta con una sensación de vacío, y un olor a flores que no son de este mundo.
Después Antonin Artaud conoce a Génica. Al principio él cree que es la misma mujer de sus sueños, pero luego se da cuenta de su error. Antonin Artaud se había enamorado de una mujer ideal, que habita en otra dimensión distinta a la nuestra. Es lógico, porque ninguna mujer de este mundo puede llegar hasta Antonin Artaud, que está excluido de la vida. Génica le dice que deje la droga, que abandone el opio, y él insiste en que es esencial para su existencia. La relación no funciona. Se dejan de ver. Él se considera traicionado.

Antonin Artaud se encuentra frente a un teatro. Paga la entrada e ingresa. Está lleno de espectadores. Camina hacia el escenario, que está iluminado con una luz íntima. Allí encuentra a Génica, acostada en una cama antigua, rodeada de tules. Él se inclina hacia ella, con intención de besarla. En el momento en que los labios se tocan, Antonin Artaud siente un dolor agudo en el costado. Ella se incorpora, sonríe, y deja ver el puñal que tiene en una mano. Antonin Artaud se mira la herida, gira para que veamos su rostro, y cae muerto al piso. La sangre mana de su cuerpo. El público se para y la sala estalla en aplausos. Maravilla.

Podemos imaginar un encuentro entre Antonin Artaud y el montevideano, el conde de Lautréamont. Antonin Artaud ve al señor conde. El conde está vestido con un sobretodo verde, sentado a un piano de cola, sobre un risco, nada menos. Entonces el conde empieza a aporrear las teclas con sus manos enfermas, y de la boca del piano salen pájaros de colores que se devoran entre sí. Luego Antonin Artaud y el conde se dan la mano. Y Antonin Artaud come un pájaro bajo la luz de la luna.

Una lujosa mansión. Un jardín de rosas, esculturas, escaleras de mármol, sirvientes, muebles muy finos, una enorme araña colgando del techo. Una docena de comensales, vestidos con smoking, están sentados a la mesa. Apenas empiezan a a comer, la puerta de casa de abre con estrépito e irrumpen André Breton, Paul Eluard, Robert Desnos, Benjamín Péret y Antonin Artaud. Parecen dispuestos a todo. Llegan hasta la mesa y le tiran los platos a la cara a los distinguidos caballeros. Hay un gran desorden, golpes de puño, un baile arcano sobre la mesa, y una proclama en una lengua desconocida. En el momento de mayor descontrol entra una mujer vestida como un pájaro, tocando un bombo. El anti-clímax lo proporciona el propio Antonin Artaud: se corta una mano y la coloca en una bandeja. Robert Desnos, que se ha quedado dormido, está colgado como un murciélago de la lámpara, y recita versos en voz baja.

Antonin Artaud y Vincent Van Gogh se encuentran en el filo luminoso de una flor. Hablan entre sí. Pero nadie puede entender lo que dicen. Cada vez que se comunican la película se queda sin audio. Sí, porque de alguna manera debemos sugerir que ellos están separados de este mundo. Solo vemos a dos personas que se miran, hacen algún gesto y mueven los labios.

El doctor Ferdière está a cargo del hospital de Rodez. Es una relación muy especial, porque el médico intenta proteger a Antonin Artaud, lo estimula a escribir, lo invita a comer a su propia mesa, lo trata como a un amigo, pero no deja de aplicarle electro-choques. Ferdière es una síntesis del bien y del mal, como las dos caras de una moneda. Por eso Antonin Artaud lo mira y le dice: doctor, usted es un gran actor en el Teatro de la Crueldad.

Antonin Artaud se considera el portador de una misión divina, sostiene que la humanidad debe volver al cristianismo de las catacumbas. Asiste a misa con el capellán del manicomio, y es apreciado por los buenos ciudadanos. Pero sólo por un tiempo. Después Antonin Artaud se observa en un espejo. Afirma que ha sido víctima de una posesión. Se disgusta, se enfurece, y con sus propias manos se arranca la piel a tirones, para que salga la luz.

Sería tonto no explotar al Antonin Artaud profeta, al autor de las Nouvelles Révelations de l´Etre. Antonin Artaud predice que las masas volverán a caer bajo el yugo, y que sobrevendrá una gran destrucción producida por el fuego. Quiero escenas de destrucción, una música que sea un llamado al caos, un soberbio desfile militar, y una multitudinaria orgía. Heliogábalo puede pasar al principio, y volver después, con una vestimenta más actual.

Es imperioso que tomen bien el rostro de Antonin Artaud. Y sobre todo sus ojos. Los espectadores tienen que ser capaces de ver que en esos ojos hay una flor pisoteada, una vaca muerta, un temblor del Cielo y de la Tierra, un olor a libros destruidos por la humedad, un reflujo de odio silencioso, y un montón de palabras que no pueden escribirse ni escucharse.

Un poco más de electro-choques. Luz Blanca. Seductora como una flor. Bella como una leche envenenada. Siempre la Luz Blanca. Es lo mejor que podemos hacer.

Es momento de mostrar el exceso de lluvia en el estanque de los corazones, las cosas que aparecen quemadas o rotas, las manchas que deja la soledad, el hollín de sueño entre los dedos, las rayas amarillas del tiempo, la paz del humo, las palabras atrapadas en el momento de despertarse, la mano que dibuja en el aire, la cama que remonta el río del tiempo, el agua que el balde recoge en las profundidades del aljibe, los trenes fantasmales que a su paso iluminan los campos dormidos...

Hay una llanura infinita. Antonin Artaud está solo. Suena una música que es como una puerta abierta al mar. Antonin Artaud no dice ninguna palabra. Pero se mueve y se mueve. Un espantapájaros liberado. Se mueve. Gira. Baila. Un enamorado de la vida y de la muerte. Baila. Es el triunfo de Antonin Artaud. Se expresa. Es su cuerpo el que habla y el que dice todo aquello que no se puede decir con palabras. Canta con su cuerpo. Y Antonin Artaud deja de estar perdido en la llanura y se transforma en lo único importante. Con esa imagen de fondo comienzan a "caer" los créditos de la película...y fin.

Bien. Ya todos saben lo que vamos a hacer...así que no perdamos más tiempo. Traigan a Antonin Artaud y empecemos con esto.
Ahora.
No me importa si no quiere levantarse. Desátenlo y tráiganlo.
Limpien su rostro. La sangre de sus labios. No está tan mal, después de todo. La Policía del Tiempo ha logrado recuperarlo bastante bien.
Vamos, vamos.
Injértenle el chip con el guión.
Eso es.
Todo listo...
Luz...
Cámara...
¡Acción!


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El dibujo: Autoretrato de 1947
La foto: Artaud visto por Man Ray

lunes, 6 de diciembre de 2010

El Camino Largo (Segunda parte)


A principio de año me refería al esfuerzo ("el camino largo") que había hecho para poder editar un libro de relatos en mi país. Primero estuve años publicando en revistas de Argentina, España, Italia y Francia, y sólo después, con esa experiencia, decidí llevar una antología de mis cuentos a una editorial uruguaya. En ese momento escribí en el post: "después les contaré si el camino largo sirvió de algo".
Pues bien, ha pasado bastante tiempo, y ya les puedo dar una respuesta.
Dejé el material en una editorial, al mes me contestaron que no habían tenido tiempo de leerlo, pero que los llamara en quince días, luego en 20, luego dentro de un mes, etc., etc.. Otro día me dijeron que ya habían leído los tres primeros cuentos, y que les había interesado, y me pidieron que se los dejara para seguir leyendo. Al cabo de tanto esperar y esperar y de tenerme en vueltas, no terminaron de leer el libro. Me reiteraron que les interesaba y que querían terminar de leerlo, pero para ese entonces me calenté, recogí mis cosas y le dejé dicho al lector que se jubilara. Habían pasado ocho meses. En ese intervalo seguí publicando en Francia, Italia y Argentina. Un buen día, me llega la noticia de que un editor había escrito -en su blog- el siguiente post:

"A la literatura fantástica le falta un libro
Y es un libro fundamental.
No tiene título, al menos que yo sepa, pero contiene cuentos como "Los festejos del fin del mundo", "Blue", y otras grandes máquinas de compleja producción narrativa.

Pablo Dobrinin, el autor de estos relatos, es bastante conocido en el mundo del sci-fi y literatura fantástica. Lo publican seguido en diferentes revistas como Cuasar, Próxima, e incluso ha sido traducido a otros idiomas, para revistas o antologías editadas en Europa. Es un caso único: un autor respetado y hasta laureado en ciertos foros de quien las editoriales no terminan de hacerse eco. Ahí es cuando uno piensa "bueno, Saramago no empezó a publicar hasta que tenía como 40 años" y se queda un poco más tranquilo pensando que tarde o temprano la deuda será pagada.

Porque, dueño de una prosa única, Pablo nos debe a todos un libro. El panorama de la literatura fantástica actual estará incompleto mientras tanto.

Pablo Dobrinin en Otro Cielo:

Los festejos del fin del mundo (#6)
La venganza de los niños (#9) "



El autor de este post es Juan Manuel Candal, editor de la revista Otro Cielo. Una semana después, más o menos, también en su blog, anuncia que va iniciar un emprendimiento editorial. Poco después me invita a publicar un libro de relatos en su editorial, que se llama Reina Negra.
Acepté, porque, aunque se trata de una editorial pequeña, Candal siempre apoyó a los escritores, nunca se interesó en lucrar con el trabajo de otros, y es un tipo honesto. Prefiero eso a cualquier editorial de renombre dirigida por un pelotudo. Confirmado: poco importa que el camino realizado sea corto o largo si del otro lado del mostrador hay alguien que no tiene el mínimo respeto por los autores. Lo que vale, lo que realmente importa, es que existan tipos como juan Manuel Candal, que viven la literatura con pasíón, y cuando algo les interesa están dispuestos a jugarse por ello. Da gusto editar con personas así.

La pintura de este post: Rayo de luz en el Bosque", de Véronique Puvilland.

domingo, 5 de diciembre de 2010


Esta es la preciosa ilustración que Augusto Montiel Belmonte realizó para mi cuento La Visión del Paraiso, publicado en el número 8 de la revista Próxima.