domingo, 12 de diciembre de 2010

La Película de Artaud






...aprende las voces terribles que anudan la vida con la muerte, y luego, para los sordos, da un paso al frente, transmite el mensaje, hace una reverencia, saluda y se va.

...como un diente flotando en el aire muerto. Los labios finos y apretados, la mirada desconfiada. Con esa cara de luna en retroceso y esas manos tan humanas y vacías, avanza imperfecto Antonin Artaud. Con un efecto de film en blanco y negro, con el ruido del proyector, lleno de rayas y soledad. Antonin Artaud gira, se pone de cabeza, se desdobla, y pronuncia las palabras que leyó en las letrinas de los sueños.

A lo largo de su existencia, Antonin Artaud participó como actor en numerosas películas. Pero es preciso aclarar que sólo lo hizo con el propósito de ganarse el pan. Nunca se sintió plenamente conforme con sus papeles y casi siempre estuvo ajeno a esas obras. Por eso hemos creado esta película, en la que Antonin Artaud se representa a si mismo. Es lo justo. Es lo menos que podemos hacer por un hombre de su talento. Se lo debemos: por todo lo que nos enseñó a propósito de la poesía, el teatro, y la vida misma.

Nada es fácil. Siempre hay un precio. Antonin Artaud y el jardín del dolor. La primera vez que saltó hacia esa luz blanca pensó que era la muerte. Pero debió volver a ella, conducido por los enfermeros del Hospital de Rodez. Y ahora tenemos aquí esa luz blanca, en todo su cuerpo y toda su alma. Antonin Artaud, sumergido, atrapado en una flor de luces crispadas. Vuelve a saltar, sin entender la razón (porque no existe ninguna), con todo su dolor y su miedo.

..su cara blanca como una luna de río, así de fría y callada.
Pero ahora avanza imperfecto Antonin Artaud. Con un efecto de film en blanco y negro, con el ruido del proyector, lleno de rayas y soledad. Antonin Artaud sube la montaña. Avanza imperfecto pero empecinado. Sube, sube, hasta sentir las voces del aire, del viento y de la hierba.
Es hermosa la vista en el país de los Tarahumaras; dejemos aquí un rato a Antonin Artaud. Para que reafirme su posición de que nuestro mundo no es el real. Para que tenga la ilusión de que puede recuperar algo que se ha perdido hace muchísimo tiempo. O simplemente para que descanse de la Civilización.

Volvemos a los enfermeros, los médicos, los electro-choques. Eso debe funcionar muy bien. Con cada electro-choque aparece una luz blanca, que está acompañada de un efecto sonoro. Es algo impactante. Después de cada electro-choque dejamos de filmar el cuerpo exhausto de Antonin Artaud y pasamos a otro momento. La luz blanca es una suerte de nexo entre las distintas escenas.

...atrapado por las corrientes del dolor que surcan el espacio. Sin saber que busca un consuelo que tal vez nunca llegará, ahí va Antonin Artaud, con las blancas manos abiertas como estrellas, con los cabellos duros y descoloridos, con la cara irreprochable del verdadero padecimiento, ahí va Antonin Artaud, como un misterio al margen de la Historia. Atrapado por las corrientes del dolor que surcan el espacio, sin saber cuál es la meta de ese viaje tan frío, avanza imperfecto Antonin Artaud, mientras suena una música de cráneos golpeados con un fémur.

Es Antonin Artaud. Puedes reconocerlo por esos ojos que miran la parte de atrás de las cosas, y por esas manos que se mueven constantemente, pero inútiles. Es Antonin Artaud. Puedes reconocerlo por ese extraño modo de caminar. Parece que tuviera una pequeña cojera. No me importa si Antonin Artaud cojeaba o no cojeaba. Necesitamos mostrar que es un hombre enfermo, así que en esta película él debe cojear, aunque tenga que partirle una pierna.

No olvidemos a su novia. Génica. La única mujer a quien amó, según afirman sus biógrafos. Esta es la idea que tengo: Antonin Artaud sueña con una mujer que le crece por las noches, se insinúa, se aleja, regresa...Se mete en todas las habitaciones de su mente, inclusive en aquellas que él ni siquiera sospechaba que existían. Y luego, por las mañanas, Antonin Artaud se despierta con una sensación de vacío, y un olor a flores que no son de este mundo.
Después Antonin Artaud conoce a Génica. Al principio él cree que es la misma mujer de sus sueños, pero luego se da cuenta de su error. Antonin Artaud se había enamorado de una mujer ideal, que habita en otra dimensión distinta a la nuestra. Es lógico, porque ninguna mujer de este mundo puede llegar hasta Antonin Artaud, que está excluido de la vida. Génica le dice que deje la droga, que abandone el opio, y él insiste en que es esencial para su existencia. La relación no funciona. Se dejan de ver. Él se considera traicionado.

Antonin Artaud se encuentra frente a un teatro. Paga la entrada e ingresa. Está lleno de espectadores. Camina hacia el escenario, que está iluminado con una luz íntima. Allí encuentra a Génica, acostada en una cama antigua, rodeada de tules. Él se inclina hacia ella, con intención de besarla. En el momento en que los labios se tocan, Antonin Artaud siente un dolor agudo en el costado. Ella se incorpora, sonríe, y deja ver el puñal que tiene en una mano. Antonin Artaud se mira la herida, gira para que veamos su rostro, y cae muerto al piso. La sangre mana de su cuerpo. El público se para y la sala estalla en aplausos. Maravilla.

Podemos imaginar un encuentro entre Antonin Artaud y el montevideano, el conde de Lautréamont. Antonin Artaud ve al señor conde. El conde está vestido con un sobretodo verde, sentado a un piano de cola, sobre un risco, nada menos. Entonces el conde empieza a aporrear las teclas con sus manos enfermas, y de la boca del piano salen pájaros de colores que se devoran entre sí. Luego Antonin Artaud y el conde se dan la mano. Y Antonin Artaud come un pájaro bajo la luz de la luna.

Una lujosa mansión. Un jardín de rosas, esculturas, escaleras de mármol, sirvientes, muebles muy finos, una enorme araña colgando del techo. Una docena de comensales, vestidos con smoking, están sentados a la mesa. Apenas empiezan a a comer, la puerta de casa de abre con estrépito e irrumpen André Breton, Paul Eluard, Robert Desnos, Benjamín Péret y Antonin Artaud. Parecen dispuestos a todo. Llegan hasta la mesa y le tiran los platos a la cara a los distinguidos caballeros. Hay un gran desorden, golpes de puño, un baile arcano sobre la mesa, y una proclama en una lengua desconocida. En el momento de mayor descontrol entra una mujer vestida como un pájaro, tocando un bombo. El anti-clímax lo proporciona el propio Antonin Artaud: se corta una mano y la coloca en una bandeja. Robert Desnos, que se ha quedado dormido, está colgado como un murciélago de la lámpara, y recita versos en voz baja.

Antonin Artaud y Vincent Van Gogh se encuentran en el filo luminoso de una flor. Hablan entre sí. Pero nadie puede entender lo que dicen. Cada vez que se comunican la película se queda sin audio. Sí, porque de alguna manera debemos sugerir que ellos están separados de este mundo. Solo vemos a dos personas que se miran, hacen algún gesto y mueven los labios.

El doctor Ferdière está a cargo del hospital de Rodez. Es una relación muy especial, porque el médico intenta proteger a Antonin Artaud, lo estimula a escribir, lo invita a comer a su propia mesa, lo trata como a un amigo, pero no deja de aplicarle electro-choques. Ferdière es una síntesis del bien y del mal, como las dos caras de una moneda. Por eso Antonin Artaud lo mira y le dice: doctor, usted es un gran actor en el Teatro de la Crueldad.

Antonin Artaud se considera el portador de una misión divina, sostiene que la humanidad debe volver al cristianismo de las catacumbas. Asiste a misa con el capellán del manicomio, y es apreciado por los buenos ciudadanos. Pero sólo por un tiempo. Después Antonin Artaud se observa en un espejo. Afirma que ha sido víctima de una posesión. Se disgusta, se enfurece, y con sus propias manos se arranca la piel a tirones, para que salga la luz.

Sería tonto no explotar al Antonin Artaud profeta, al autor de las Nouvelles Révelations de l´Etre. Antonin Artaud predice que las masas volverán a caer bajo el yugo, y que sobrevendrá una gran destrucción producida por el fuego. Quiero escenas de destrucción, una música que sea un llamado al caos, un soberbio desfile militar, y una multitudinaria orgía. Heliogábalo puede pasar al principio, y volver después, con una vestimenta más actual.

Es imperioso que tomen bien el rostro de Antonin Artaud. Y sobre todo sus ojos. Los espectadores tienen que ser capaces de ver que en esos ojos hay una flor pisoteada, una vaca muerta, un temblor del Cielo y de la Tierra, un olor a libros destruidos por la humedad, un reflujo de odio silencioso, y un montón de palabras que no pueden escribirse ni escucharse.

Un poco más de electro-choques. Luz Blanca. Seductora como una flor. Bella como una leche envenenada. Siempre la Luz Blanca. Es lo mejor que podemos hacer.

Es momento de mostrar el exceso de lluvia en el estanque de los corazones, las cosas que aparecen quemadas o rotas, las manchas que deja la soledad, el hollín de sueño entre los dedos, las rayas amarillas del tiempo, la paz del humo, las palabras atrapadas en el momento de despertarse, la mano que dibuja en el aire, la cama que remonta el río del tiempo, el agua que el balde recoge en las profundidades del aljibe, los trenes fantasmales que a su paso iluminan los campos dormidos...

Hay una llanura infinita. Antonin Artaud está solo. Suena una música que es como una puerta abierta al mar. Antonin Artaud no dice ninguna palabra. Pero se mueve y se mueve. Un espantapájaros liberado. Se mueve. Gira. Baila. Un enamorado de la vida y de la muerte. Baila. Es el triunfo de Antonin Artaud. Se expresa. Es su cuerpo el que habla y el que dice todo aquello que no se puede decir con palabras. Canta con su cuerpo. Y Antonin Artaud deja de estar perdido en la llanura y se transforma en lo único importante. Con esa imagen de fondo comienzan a "caer" los créditos de la película...y fin.

Bien. Ya todos saben lo que vamos a hacer...así que no perdamos más tiempo. Traigan a Antonin Artaud y empecemos con esto.
Ahora.
No me importa si no quiere levantarse. Desátenlo y tráiganlo.
Limpien su rostro. La sangre de sus labios. No está tan mal, después de todo. La Policía del Tiempo ha logrado recuperarlo bastante bien.
Vamos, vamos.
Injértenle el chip con el guión.
Eso es.
Todo listo...
Luz...
Cámara...
¡Acción!


0000ooooooooooo0000
El dibujo: Autoretrato de 1947
La foto: Artaud visto por Man Ray

lunes, 6 de diciembre de 2010

El Camino Largo (Segunda parte)


A principio de año me refería al esfuerzo ("el camino largo") que había hecho para poder editar un libro de relatos en mi país. Primero estuve años publicando en revistas de Argentina, España, Italia y Francia, y sólo después, con esa experiencia, decidí llevar una antología de mis cuentos a una editorial uruguaya. En ese momento escribí en el post: "después les contaré si el camino largo sirvió de algo".
Pues bien, ha pasado bastante tiempo, y ya les puedo dar una respuesta.
Dejé el material en una editorial, al mes me contestaron que no habían tenido tiempo de leerlo, pero que los llamara en quince días, luego en 20, luego dentro de un mes, etc., etc.. Otro día me dijeron que ya habían leído los tres primeros cuentos, y que les había interesado, y me pidieron que se los dejara para seguir leyendo. Al cabo de tanto esperar y esperar y de tenerme en vueltas, no terminaron de leer el libro. Me reiteraron que les interesaba y que querían terminar de leerlo, pero para ese entonces me calenté, recogí mis cosas y le dejé dicho al lector que se jubilara. Habían pasado ocho meses. En ese intervalo seguí publicando en Francia, Italia y Argentina. Un buen día, me llega la noticia de que un editor había escrito -en su blog- el siguiente post:

"A la literatura fantástica le falta un libro
Y es un libro fundamental.
No tiene título, al menos que yo sepa, pero contiene cuentos como "Los festejos del fin del mundo", "Blue", y otras grandes máquinas de compleja producción narrativa.

Pablo Dobrinin, el autor de estos relatos, es bastante conocido en el mundo del sci-fi y literatura fantástica. Lo publican seguido en diferentes revistas como Cuasar, Próxima, e incluso ha sido traducido a otros idiomas, para revistas o antologías editadas en Europa. Es un caso único: un autor respetado y hasta laureado en ciertos foros de quien las editoriales no terminan de hacerse eco. Ahí es cuando uno piensa "bueno, Saramago no empezó a publicar hasta que tenía como 40 años" y se queda un poco más tranquilo pensando que tarde o temprano la deuda será pagada.

Porque, dueño de una prosa única, Pablo nos debe a todos un libro. El panorama de la literatura fantástica actual estará incompleto mientras tanto.

Pablo Dobrinin en Otro Cielo:

Los festejos del fin del mundo (#6)
La venganza de los niños (#9) "



El autor de este post es Juan Manuel Candal, editor de la revista Otro Cielo. Una semana después, más o menos, también en su blog, anuncia que va iniciar un emprendimiento editorial. Poco después me invita a publicar un libro de relatos en su editorial, que se llama Reina Negra.
Acepté, porque, aunque se trata de una editorial pequeña, Candal siempre apoyó a los escritores, nunca se interesó en lucrar con el trabajo de otros, y es un tipo honesto. Prefiero eso a cualquier editorial de renombre dirigida por un pelotudo. Confirmado: poco importa que el camino realizado sea corto o largo si del otro lado del mostrador hay alguien que no tiene el mínimo respeto por los autores. Lo que vale, lo que realmente importa, es que existan tipos como juan Manuel Candal, que viven la literatura con pasíón, y cuando algo les interesa están dispuestos a jugarse por ello. Da gusto editar con personas así.

La pintura de este post: Rayo de luz en el Bosque", de Véronique Puvilland.

domingo, 5 de diciembre de 2010


Esta es la preciosa ilustración que Augusto Montiel Belmonte realizó para mi cuento La Visión del Paraiso, publicado en el número 8 de la revista Próxima.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Próxima 8 ya está a la venta

Gacetilla




Salió PROXIMA 8 - PRIMAVERA

“Este número de PROXIMA, con el que completamos el segundo año de la revista, está dedicado al temor a lo desconocido.
Siempre está presente, siempre nos acecha, desde su forma más primordial y hermanadora hasta la que se presenta atomizada detrás de los desafíos personales.
Pero enfrentarlo, sobreponernos a sus limitaciones y afrontar el riesgo, es lo que nos impulsa hacia adelante.
Es lo que nos permite trascender.”

ediciones ayarmanot



EN ESTE NÚMERO CONTIENE:

Cuentos de:
Luis Saavedra
Miguel Sardegna
Pablo Dobrinin
Ricardo Giorno
Hernán Domínguez Nimo


E ilustraciones de:
Pedro Belushi
Augusto Belmonte
Leandro Maglione
Víctor Bertero
Adrián Ruano
Fraga


Tapa de: Guillermo Vidal




ADEMÁS:
Editorial
Entrevista a: ALEJANDRO FARÍAS
Historieta Completa: PERFECTA, de Alejandro Farías y Leo Sandler
Correo de lectores
Ondas Fraguianas


PROXIMA
ISSN 1852-9127
Año 2 – Nro.8 – Diciembre 2010
Dirección: Laura Ponce
Diseño : Bárbara Din
Logística: Martín A. Ramos
Correo y Colaboraciones: edicionesayarmanot@yahoo.com.ar
Blog: http://revistaproxima.blogspot.com/


Todos los números están disponibles en MercadoLibre
http://articulo.mercadolibre.com.ar/MLA-94764101-ciencia-ficcion-revista-proxima-todos-los-numeros-_JM

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nuevo cuento en Próxima



La genial revista Próxima publicará en noviembre mi relato: "La Visión del Paraiso". Aquí pueden ver un adelanto de la revista, y la tapa.

Cuento en Revista Otro Cielo


El número 9 de la excelente revista literaria on-line Otro Cielo publicó mi cuento "La Venganza de los Niños". El contenido de este número es el siguiente:

Entrevista a Rodrigo Fresán
Minirepo: Fernanda Trias

Cuentos de
Liliana Colanzi
Pablo Dobrinin
Santiago Exímeno
Daniel Flores
Federico de los Santos
Simón Parra
Marcos Bertorello


Notas exclusivas de la edición
completa en PDF:


¡Nueva sección!
La exhibición de atrocidades, por Ramiro Sanchiz
Literatura: reseña de "Diez" de Juan Emar
Personajes desempleados, por Noe Sancho
Anverso y reverso, por Horacio Cavallo
El diario íntimo de la norma, por Daniel Flores
El evangelio musical del Sr. Tow
La persistencia de la memoria, por Marcelo Metayer
AnaCrónica
GPS: Petra

martes, 23 de noviembre de 2010

Los Hijos del Viento













Cansado de oír fantásticas historias, que iban modificándose según quién las relatara, decidí trasladarme a Limeria, para ver con mis propios ojos lo que sucedía en esas tierras.
Navegué durante más de un mes desde el viejo continente, y pese a algunas demoras, impuestas por las tormentas, llegué a tiempo para presenciar el extraordinario acontecimiento.
Me alojé en la casa de Germán, el líder de los limerianos, y una semana después de mi arribo pude asistir al esperado evento, que tuvo lugar en un valle, donde el arroyo de los leones alados hace un recodo antes de abrirse paso al océano.
Esa mañana el cielo anunciaba tormenta. Decenas de hombres, mujeres y niños bajaban de las verdes colinas. La gente del lugar vestía ropas de campesinos, cazadores o artesanos, excepción hecha de las madres de los niños desaparecidos, que lucían vestidos blancos. Costaba imaginarse que ese pueblo, antes tan dado a las fiestas y los bailes, era el mismo que ahora ofrecía esos rostros de gravedad.
Algunos hombres exhibían cicatrices que hablaban de salvadas milagrosas. Otros se veían terriblemente fatigados, como si hubiesen arrastrado una pesada carga durante toda la vida. Los más jóvenes tenían una penosa expresión de adultos. Pero en cada rostro se advertía la obstinación de los que ya no tienen nada que perder. "Esto es lo que queda de los rebeldes de Limeria", pensé al verlos.
También había extranjeros, ataviados a la usanza de sus distintas patrias.
Caminé lentamente hacia donde se dirigía la multitud. La pradera, en zonas bastante grandes, se hallaba cubierta de flores silvestres de color amarillo. A intervalos irregulares se erguían unos árboles umbrosos, que desafiaban las alturas. No vi ni tampoco escuché a ningún pájaro.
Me detuve junto al arroyo, sobre el que flotaban unos nenúfares en flor. En la ribera se alineaban no menos de una decena de esculturas de piedra color naranja. Representaban a fuertes leones de alas membranosas. Marchaban con paso desafiante y la faz en alto, dispuestos a conquistar el cielo. Era admirable la belleza de las líneas, el detalle de los músculos, y la tensión expresada en los movimientos. Ninguno de aquellos limerianos había visto jamás un ejemplar de semejantes características, pero habían sobrevivido en la mitología local como un símbolo de voluntad inclaudicable.
-Hay que ser fuertes como ellos -dijo Germán al notar que yo fijaba mi vista en las esculturas.
-Fue aquí, ¿verdad? -pregunté.
-Así es -señaló el robusto líder de los limerianos. Su frente estaba surcada por arrugas que no eran producto de la vejez, y en sus ojos brillaba una luz acuosa-. Los niños estaban jugando, y de pronto, algo o alguien se los llevó sin dejarnos pista alguna. Todavía no puedo creerlo, y ya han pasado siete años. Desde entonces no hemos dejado de buscarlos. Y todos los años, en la fecha de la desaparición, nos reunimos aquí.
En el suelo vi una jaulita hecha con barrotes de mimbre. Adentro había un pájaro de plumas blancas. Germán alzó la jaula con su enorme mano y dijo:
-Él nos avisará.
Luego calló y miró al frente.
El cielo parecía una enorme bolsa de agua turbia a punto de romperse. Una sensación de ahogo me oprimía el pecho, y yo sentía que lo mismo les estaba ocurriendo a los demás. La expectativa era enorme. No sé cuánto tiempo estuvimos esperando. Cuando ya pensé que nada ocurriría, volví a escuchar la voz de Germán.
-Está por suceder -dijo señalándo el pájaro blanco que se removía inquieto en la jaula.
Sin prisa, pero con decisión, todas las madres se separaron del resto y avanzaron hacia la margen del arroyo. Había cerca de veinte mujeres que participaban del mismo ritual. Tenían los brazos pegados al cuerpo y miraban hacia arriba. En un gesto de respeto, aquellos que permanecían sentados se pararon.
Si mi larga experiencia de cronista no me hubiese preparado para enfrentarme a lo desconocido, difícilmente hubiese dado crédito a lo que estaba a punto de presenciar. Y aun así, no pude evitar que un sentimiento de lo maravilloso me envolviera como una capa de estrellas.
Las flores amarillas, que cubrían una gran extensión, se balancearon formando lentas olas, y liberaron un suave perfume. A una distancia de un disparo de flecha de donde me encontraba, apareció en el aire un viento azul. Se desenroscaba, dilataba y avanzaba hacia donde estaban las madres. Giraba brevemente en torno a ellas, se extendía unos metros más, y finalmente, tras descender y dejar una blanda marca en la superficie del agua, se esfumaba junto a las esculturas. No tardó en formarse un río aéreo de singular encanto. Las mujeres observaban la escena con ansiedad, mientras sus largos cabellos y sus vestidos blancos se agitaban en el viento.
Poco a poco, en aquel aire vaporoso, comenzó a evidenciarse la presencia de los niños desaparecidos. Se los podía ver asomando entre los bucles de la niebla.
Las madres miraban hacia arriba y extendían con delicadeza los brazos, para poder rozar las manos y los rostros de sus hijos. Pero las imágenes se les desintegraban entre los dedos y eran arrastradas por la corriente azul.
Traté de imaginarme cuánto sufrimiento debieron haber soportado esas mujeres y sentí un vacío en el estómago. Su dolor se me metía por los poros, y tuve que hacer un gran esfuerzo para conservar la entereza.
Ofelia, la hija de Germán, observaba todo sin pestañear. A su lado, muy junto a ella, estaba parado su hijo Daniel, que le llegaba hasta los hombros. Si aquello no era fácil para los adultos, mucho menos debía serlo para los niños presentes, que veían en el viento a sus hermanos y primos desaparecidos. Ofelia apretó los labios y aferró a Daniel contra su pecho.
Cuando el viento azul soplaba con más fuerza, el olor de la hierba se hacía más intenso. Las imágenes de los niños se dilataban y contraían, pero sin perder nunca la belleza. Era como la representación de una melodía interior.
A medida que transcurrían los minutos, la visión iba desdibujándose al igual que una acuarela bajo los efectos del agua.
Un hombre pequeño y delgado, de aspecto extranjero, que estaba parado junto a mí, me dijo:
-Es muy raro, ¿no le parece?
No estimé oportuno iniciar una conversación en ese momento, así que me limité a asentir con la cabeza.
Pero el hombre necesitaba expresarse, porque añadió:
-Algunos dicen que el Emperador los mandó secuestrar, para castigar a los padres por su insubordinación. Otros creen que un mago tiene sus almas atrapadas. Personalmente considero que el lugar actúa como una suerte de catalizador de los sentimientos de las madres: ellas simplemente ven lo que vinieron a ver. En lo que a mí respecta, esto es un cementerio para niños. Las madres vienen todos los años para encontrarse con sus hijos muertos.
-No le hagas caso -intervino Germán sin poder ocultar su molestia-. No es un cementerio, y los niños no están muertos.
El hombre miró al líder y se disculpó.
Mi amigo iba a agregar algo más, pero entonces, un anciano que tenía los ojos entornados, afirmó:
-Mi vista no es buena, pero yo sé que mi nieto está ahí.
Germán intentó una sonrisa y ambos volvimos a concentrarnos en las imágenes.
Los niños se veían ya con escasa claridad. Parecían deshilacharse ante la mirada desconsolada de las madres, que los miraban alejarse, como si contemplaran el río del Tiempo pasar frente a ellas y no pudiesen hacer nada por detenerlo.
Observé en derredor, y vi a los limerianos encerrados en el valle, casi estáticos, fascinados con aquella pintura estampada en el viento, soportando un dolor que ninguna persona debería soportar. Las madres permanecían fijas a la tierra como árboles, y no podían dejar de mirar el cielo.
Al cabo de un rato, como una música que ha llegado a su fin, lo que restaba de las imágenes se esfumó en el aire.
Todo había concluido.
La sensación de vacío fue inmensa.
Germán abrió la jaula y liberó al pájaro blanco, que se alejó en la fría mañana. Luego fue por su hija y su nieto. Los abrazó, y juntos comenzaron a abandonar el lugar. El resto de las personas también se marchaba, en la procesión más perturbadora que he visto en toda mi vida. En mi recuerdo es una gris visión de cientos de hombres, mujeres y niños caminando bajo una apretada masa de nubes negras. Uno podía sentir el olor de la lluvia que no tardaría en llegar, pero no cayó ni una sola gota. Les di una última mirada a los leones alados que flanqueaban el arroyo y empecé a alejarme.
Mis compatriotas, al referirse a los hijos del viento, hablaban de fantasmas que podían matar de miedo a quienes los veían. Ahora yo me daba cuenta de lo equivocados que estaban. Las escenas no eran aterradoras, sino muy tristes. Y no había ninguna razón para hacer huir a los observadores.
Dos días después, mientras aguardaba el barco que habría de regresarme a mi hogar, comprendí que, si la vida me había permitido asomarme a aquella tragedia, mi tarea no debía limitarse a escribir una crónica. Resolví postergar mi partida: ayudaría a los habitantes de Limeria a encontrar a sus hijos desaparecidos.


0000000000=====00000oooooooo00000=====0000000000

martes, 14 de septiembre de 2010

Cuento en antología Légendes!


Esta es la tapa y contratapa de la antología "Légendes!", recién salida de imprenta, que incluye mi cuento: "Los Hijos del Viento". La traducción al francés estuvo a cargo de Jacques Fuentealba.

sábado, 7 de agosto de 2010

Otro Cielo


La revista Otro Cielo acaba de publicar mi cuento : Los Festejos del Fin del Mundo.
Pueden descargar toda la revista aquí: http://www.otrocielo.com/numactual.html
El contenido completo es el siguiente:
Entrevista a Ramiro Sanchiz

Las invasiones uruguayas: mesa redonda virtual
con los nuevos narradores orientales.


Cuentos de:
Ramiro Sanchiz
Agustín Acevedo Kanopa
Pablo Dobrinin
Horacio Cavallo
Leonardo De Leon
Rodolfo Santullo
Camilo Baráibar
Damián González Bertolino
Pedro Peña
Leonardo Cabrera
Valentín Trujillo
Jorge Alfonso

Adelanto de la versión definitiva
de la novela "La azotea" de
Fernanda Trias



Notas exclusivas de la edición
completa en PDF:

Confesiones de un librero amargado
Reseña: "La pelirroja" de F. de Almeida
La persistencia de la memoria, por Marcelo Metayer
Personajes desempleados, por Noe Sancho
Alguien que anda por ahí / update sobre
Gustavo Nielsen
El evangelio musical del Sr. Tow
AnaCrónica
GPS: Luxor

jueves, 25 de febrero de 2010

EL CAMINO LARGO


Publicar en este país nunca fue fácil. Tengo entendido que en el resto de los países tampoco lo es , pero en el caso de Uruguay contamos con la desventaja de que los libros son caros y de que el mercado interno es reducido. A esto hay que sumarle la contra de que cada vez se vende menos ficción y más ensayo. Y dentro de la ficción, como se sabe, la literatura fantástica y la ciencia ficción son todavía menos populares. Así que no me ha sido nada sencillo. Solo pude publicar dos relatos en la revista de ciencia ficción Diaspar, y otros dos en el suplemento Cultural del diario El País. Cuando intenté publicar un libro de relatos me encontré siempre con la misma respuesta: que lo mío estaba bien pero que, por motivos económicos, no podían arriesgarse. Para peor, acá hay muchas editoriales que ni siquiera se dignan a considerar tu trabajo, a menos que tengas una trayectoria. Después de esa decepción, descubrí internet y empecé a mandar relatos al exterior, para revistas y antologías. En solo cinco años publiqué varias veces en Argentina, España, Francia e Italia. Me ha dado muchas satisfacciones, pero aun tengo una cuenta pendiente: quiero publicar un libro de relatos en Uruguay. Esto me trae a la memoria un cuento de un autor uruguayo que leí hace algunos años. Claudio Pastrana, un amigo de la época de Diaspar, había escrito un relato, de corte humorístico, en el que se hacía referencia a un planeta muy especial. En ese planeta, se explicaba en el cuento, solo había una calle. Si uno deseaba llegar a un sitio que estaba en frente de uno, pongamos a cien metros, no tenía más que avanzar cien metros. Pero, si uno deseaba llegar a un sitio que estaba a cien metros, pero a las espaldas de uno, tenía que dar la vuelta entera al planeta, porque esa calle solo podía ser recorrida en un único sentido. Parece que esta era una imposición del sindicato de taxistas. Con los años, yo me di cuenta que Uruguay era como ese planeta imaginado por Pastrana. En efecto, para que me reciban adecuadamente en una editorial que está a una cuadra de mi casa, no me basta con recorrer cien metros, sino que tengo que dar la vuelta al mundo. Acabo de imprimir una selección de mis cuentos, y la semana entrante la pienso llevar a una editorial. Ahí podré descubrir si el camino largo sirvió de algo. Luego les contaré lo que pasó.

(La ilustración es del artista polaco Jacek Yerka)

miércoles, 10 de febrero de 2010

CUASAR



Esta es la tapa del último número de la revista argentina Cuásar. Tal como lo había adelantado, contiene mi cuento "Blue". La imagen en blanco y negro corresponde a la ilustración del cuento, que hizo Daniela Ruggeri. En Montevideo, Cuásar se vende en El Rincón del Coleccionista.

viernes, 5 de febrero de 2010

SEXO BIZARRO


En el post de hoy me referiré al tratamiento que le he dado al Sexo en mis cuentos.

El Sexo me ha permitido crear algunos de mis trabajos más perversos y poéticos.

Me voy a concentrar en tres de ellos donde el tema es especialmente relevante: Los Festejos del Fin del Mundo, Luces del Sur, y Blue.


Los Festejos del Fin del Mundo

El mundo se termina, su fin es inminente, y la gente, en lugar de correr, esconderse o lamentarse, sale a las calles a festejar. Es difícil desentrañar la madeja de una idea después que ha pasado cierto tiempo, pero tengo la sospecha de que fui influenciado por las ideas de Mircea Eliade, y especialmente por su libro "El mito del eterno retorno". Me basé en el sentido que algunas comunidades primitivas le dan a la celebración del fin de año, o a los ritos agrícolas. Se celebra el fin de año para que el tiempo siga regenerándose, para que la vida se renueve y perpetúe. Y las fiestas agrícolas tienen por objeto asegurar las cosechas. En este contexto, las orgías son un llamamiento al caos. Pero no para que simplemente todo se destruya, sino para que de ese caos surja un nuevo orden, y así la vida pueda continuar. Hay otra idea que también tiene su importancia en Los Festejos del Fin del Mundo, la "carnavalización". El sentido profundo del carnaval también se relaciona con la desmesura y el caos. En el carnaval se cometen excesos, la gente se disfraza, se suprimen las jerarquías, se confunden los roles, los ricos se disfrazan de pobres, los pobres de ricos, lo único que cuenta es sumergirse en un espíritu de liberación, que arrastra a los participantes hacia el caos que va a permitir la renovación del mundo.

El lugar desde el que está contado Los Festejos del Fin del Mundo es una cervecería, donde las distintas razas del Multiverso, mientras esperan la llegado de los Relojes de Fuego que anunciarán el Fin del Mundo, comen, beben y tienen sexo. Hay allí un personaje que es muy importante: un fauno, que quiere tener sexo con una mujer de Bergel. La característica de las mujeres de Bergel, es que, después de tener un orgasmo, de la espalda les brota una Mariposa de Agua. Esto provoca que la mujer muera, y que el fauno quiera devorar a esa mariposa, que además es azucarada. El fauno, persiguiendo a lo largo del cuento a la mariposa de agua, es una imagen de todos los individuos que están en la cervecería, porque, aunque el fin del mundo está próximo, y ya todos han bebido y fornicado y cometido excesos, él quiere sentirse vivo hasta el último instante. Como esa mariposa se le escapa, decide buscar otra mujer de Bergel. El final del fauno es ejemplarizante.

En este cuento, mi fragmento favorito es el que se refiere a los Tres Músicos en relación con los actos del fauno:

..." los Tres Músicos que están ensayando la Melodía del Fin del Mundo para cuando lleguen los Relojes de Fuego. Sus instrumentos son unas masas amorfas de color azul, llenas de agujeritos que ellos pinchan con largos estiletes. Según en qué agujero introducen el estilete, es el sonido que se logra. La música se parece a los chillidos que las Mujeres Porcinos emiten en primavera."

..................................................................................................................................

"El fauno ha logrado convencer a la mujer, que ahora avanza hacia el centro del local. Camina lentamente, con el silencio de los gatos y las lunas. Se quita la capucha y su cabello cae con la cadencia de una guitarra en la noche. La ropa se desliza por las curvas y llega al piso.

El fauno se acerca. Ella le dobla en altura.

El cíclope está sentado sobre un barril y la observa con su ojo bien abierto, que parece congelado. José deja de contar su dinero y la mira. El pastor, el hombre de Woodstock, el Domador de Tigres Alados... todos miramos sin poder creerlo. Sopla una brisa que nos trae su cálido perfume de sueños.

El hombrecito con patas de cabra recorre con sus manitas velludas las interminables piernas y se detiene en las tibias colinas. Ella lo toma del cabello y lo atrae hacia su vientre.

La mujer de Bergel se estremece mientras el brillo de la luna baila en su cuerpo. Al cabo de un rato, apoya los codos y las rodillas en el suelo y espera la llegada del fauno.

Uno de los Tres Músicos introduce suavemente un estilete en su instrumento. Después se van sumando los otros, y una melodía tibia y húmeda impregna el aire de la noche.

No podemos apartar la vista del espectáculo. Es como si cada uno de nosotros tuviese algo de ese fauno, que busca su Mariposa de Agua para saborear la eternidad del último instante. Todos hemos bebido, devorado, fornicado, matado, en esta noche del Fin del Mundo, y sin embargo...


Los Relojes van a llegar en cualquier momento. Puedo sentir en el aire el combustible que queman los motores.


Los músicos pinchan cada vez con más violencia sus instrumentos. La mujer abre la boca y sus dientes brillan con un fuego lunar. Los estiletes perforan una y otra vez, más rápido, más fuerte, más adentro.

Los Relojes ya están aquí.

La piel de la espalda se estira, formando un bulto.

Se enciende el primero de los Relojes.

La columna vertebral se parte con un crujido desagradable, puedo ver los huesos y la sangre. El fauno abre la boca esperando atrapar su presa. Pero en lugar de una Mariposa de Agua surge un ser monstruoso con una caparazón roja y unas pinzas enormes. El hombrecito grita, pero ya es demasiado tarde. La horrible criatura salta sobre él y en cuestión de segundos le devora la mitad de la cabeza, para luego perderse entre las sombras.

Los músicos terminan bruscamente de tocar y dejan caer sus instrumentos, que se alejan arrastrándose, mientras un líquido azul les brota de las heridas."


Este fue uno de los cuentos que más veces he publicado: dos en Argentina, una en Italia, y otra en Francia. Lo que más ha llamado la atención de la gente que lo leyó, es que, a pesar de que ocurren muchas cosas en apariencia disparatadas, hay una noción de orden que se impone y que le da sentido no solo al final sino a todo lo que ocurre. Esto se relaciona con algo a lo que me he referido hace algún tiempo, en otro lado, el concepto de "Cabalgar la Locura". Básicamente consiste en hacer relatos originales, oníricos, arriesgados, y que además toquen temas importantes, pero manteniendo una estructura reconocible y funcional, es decir, que la obra no se agote en algo experimental, sino que además sea entretenida y funcione como cuento.


Luces del Sur


Fue uno de los cuentos más difíciles que jamás me haya planteado realizar. No por el tiempo que me llevó- alrededor de tres o cuatro meses(en principio)- sino por las características de la historia. Es un tema muy ríspido. Una relación de incesto entre un hombre y su abuela senil. Es fácil, frente a un argumento así, caer en la grosería, la risa fácil, etc.; pero decidí arriesgarme.

Intenté contar la historia de un modo que fuera emotivo, sensible. El riesgo en estos casos es pasar de lo sensible a lo cursi. La sospecha de que una frase pueda resultar cursi aleja a los lectores e inhibe muchas veces a los escritores. Es una línea muy delgada, sobre todo en una sociedad hipercrítica como la que vivimos. Y no solo apelé a los sentimientos, sino también a un lenguaje poético. Con eso, aumentaron mis posibilidades de ser cursi. Pero me arriesgué aun más. Porque me había convencido de que la poesía era el instrumento ideal para contar esa historia. ¿Por qué? Bueno, porque la poesía permite sugerir antes que mostrar, y permite un acercamiento elegante a un tema que en este caso es escabroso. Pone el acento en cuestiones que van más allá de los aspectos físicos. Y nos revela un mundo distinto, con posibilidad de matices y de ambigüedades. Todo esto era ideal, no solo para tratar el sexo, sino también otros aspectos - de índole esotérica- que aparecen de forma creciente en el relato.

El protagonista-narrador, está viviendo con su abuela senil. Uno de los momentos cruciales es cuando esta señora gorda y anciana se le aparece una madrugada de improviso en el cuarto y se le mete en la cama. ¿Cómo contar esto?, me pregunté. Lo más seguro es que esta idea provoque risa o repulsión, entonces, ¿cómo convertir esto en literatura, y en arte si es posible?

Consideré que debía apelar a la fragmentación, a la selección de ciertos aspectos para privilegiarlos sobre otros. Eso iba a tener como efecto evitar la obviedad, y darle realce a ciertas cosas que me permitieran elaborar el cuadro que yo buscaba. Algo así como una pintura expresionista, con el acento puesto en la luz y el color, que lograra trasmitir la violencia y la importancia de ese encuentro. Así fue como lo dejé:

"Lustrosa de afeites, hediendo a sudor, cremas y perfume barato, ella avanzaba en la oscuridad, poniéndome por delante el rojo rabioso de sus labios pintados.

Yo quería decirle a mis brazos que la detuvieran, que por nada del mundo debían permitirle traspasar el umbral de la puerta, pero ya estaba dentro del cuarto. Cerré los ojos para que la imagen retrocediera; fue inútil resistirme. Al abrirlos, la abuela se quitó frente a mí el camisón que llevaba, revelándome la sobrecogedora luz de su cuerpo desnudo.

Ella se subió a la cama y nos hundimos. Comenzó a faltarme el aire y creí que me moría; podía sentir lo que hacía mi abuela y ver mi propia mano que apretaba las sábanas blancas."

La senil abuela es un ser misterioso, complejo y en gran medida inaccesible para el narrador, que la califica de "intermitente", "hojaldrada", y reconoce una y otra vez que no puede penetrar en su mundo. Y el sexo, pasa a ser también parte de ese misterio. Más adelante, respecto al sexo que tiene con ella, él reconoce:

"Cada velada suponía la ejecución de un ritual en el que ella incorporaba energías arcanas y mi mente se elevaba hasta el umbral de una nueva conciencia."


Blue


En Blue se plantea la existencia de un mundo donde las mujeres son valoradas por su gordura. Las más obesas son consideradas las más bellas. Es un concepto, no nuevo, sino marginal en nuestra cultura. En efecto, hay publicaciones pornográficas, e incluso líneas de videos porno, que se basan en el erotismo y la sensualidad de las mujeres obesas, lo que demuestra que existen individuos que se sienten atraídas por ellas. Yo mismo, de hecho, durante alguna época de mi vida, tenía la fantasía de participar en una orgía con quince o veinte gordas bien dispuestas. No gorditas, ni gordas, sino muuuy gordas; esas que cuando se suben a un colectivo hacen temblar el piso, ocupan dos asientos, y provocan que el vehículo se incline. (oh, Dios, pienso en ello y ya me estoy excitando!)

Cuando estaba escribiendo el cuento, se me ocurrió que podía leer algo de crítica sobre la pintura de Botero, para ver si disparaba algún resorte en mi cabeza. Fue decepcionante. Los conceptos de Botero no coincidían con los míos. Para él la obesidad se asociada a un estado de plenitud e ingenuidad. Ese tipo de ideas- que expresan los críticos y él mismo en los reportajes- me deja insatisfecho. Para mí, el concepto de obesidad tiene que ser llevado al extremo. Sexo con una mujer extremadamete gorda equivale a sexo llevado a un placer extremo. Y la gordura extrema, debe ser asociada a la divinidad. Es un simple silogismo: las gordas se relacionan con la esfera, la esfera se relaciona con la divinidad (*), por lo tanto las gordas se relacionan con la divinidad. Así nació Blue. Ella es la divinidad de un mundo donde las gordas son valoradas por sus propia condición de gordas. Y como el relato se centra en ella, el cuento asume prácticamente el valor de un mito. El cuento Blue saldrá editado a la brevedad en la revista argentina Cuásar. Mientras esperan su aparición pueden ir leyendo, como adelanto promocional, estos fragmentos:


"Las leyendas afirmaban que Blue se comía crudos a sus amantes. Los seducía, los hacía disfrutar grandes placeres, y finalmente, cuando creían haber alcanzado las cumbres del éxtasis, los devoraba con delectación. Sin embargo, raramente alguien podía resistirse a su llamado.

Ella era la mujer más obesa y hermosa del mundo. Los hombres anhelaban ir a su encuentro, y las mujeres, para complacer a sus esposos, querían imitar su gordura. El problema era que nadie sabía cuánto pesaba Blue. Algunos estimaban mil o dos mil kilos, y otros hasta seis mil. No había acuerdo en este punto.

Los Sacerdotes de las Montañas Pensantes decían que su cuerpo era un desierto blanco e infinito, en el que los hombres no se perdían, sino que lograban encontrarse por primera y única vez consigo mismos. Comparaban a su negro cabello con el viento de la noche, a sus ojos con enormes zafiros, y a sus labios con el sangriento ocaso.

Blue era el principio y el fin. La felicidad y el sufrimiento. La vida y la muerte. La superación de todas las contradicciones."

.......................................................................................................................

"Apenas podía creer que estaba a punto de realizar el sueño de todos los hombres.

Caminé despacio, sin escuchar otros sonidos que los de mis pasos y mi respiración.

Sentía el pulso acelerado, y un sudor pegajoso en la espalda, pero no retrocedí.

Al dar la vuelta en un recodo, comprendí que había ingresado a la estancia de Blue. Aspiré hondo, y me entregué a la brisa y la luz lechosa que provenían desde arriba. Mientras le dedicaba una mirada al cielo, algo como una mano o un mechón de cabellos ciñó mi cintura y me arrastró hacia adentro. Giré el rostro, pero no pude evitar que un perfume intenso y primordial envolviera mi cuerpo. Y entonces me encontré con esa blancura de dientes entrevistos en sueños, de relámpagos de conocimiento, de furia lunar. Quería gritar, pero no podía, mientras era arrastrado hacia aquel vientre de arena de tiempo, de abismo y de silencio.

No vi sus ojos -no lo hubiese soportado-, pero sí su sonrisa de enormes labios carmesí, dilatándose de un modo que me pareció incomprensible.

Escuché un sonido violento, como un chasquido de mandíbulas. Luego, un aire caliente, con olor a sangre, me abofeteó el rostro. Cerré los ojos y traté de pensar en el cielo de mi tierra, en los campos de trigo, en mi hogar y mi familia... pero sólo alcancé a recordar el abrazo de mi madre."


En mis cuentos, el Sexo nunca es un fin en sí mismo, si no una vía de conocimiento, de trascendencia. Un instrumento, para un idea que se repite una y otra vez a lo largo de mi obra, como una obsesión. Un idea que podría sintetizarse en la aquella célebre afirmación de André Breton: "la existencia está en otra parte". El otro instrumento, además del Sexo, que he utilizado sistemáticamente, en beneficio de la misma idea, es la Muerte. Pero eso, si me acompañan, ya lo veremos en otro post...


(*)- El tema de la esfera como imagen de la divinidad ha sido estudiado por numerosos pensadores a lo largo de la Historia, se puede leer un buen resumen de este concepto en el ensayo de Borges: "La esfera de Pascal".

(La ilustración de este post corresponde una pintura de 1919, de Otto Dix: "Mujer lunar".)


sábado, 30 de enero de 2010

free counters

La Puerta


Estoy soñando que me encuentro inmerso en una situación hostil. Los sucesos se desarrollan de forma lógica y consecuente, como una película, hasta que, en un momento, ocurre un hecho que amenaza con terminar con mi vida: alguien me apunta con un arma, y dispara. Entonces despierto bruscamente. No sin cierta sorpresa, compruebo que lo que me hizo despertar fue el sonido de la puerta del dormitorio al cerrarse con violencia. Esta situación la he vivido muy a menudo. Ahora bien, el ruido que me hizo despertar puede justificar el momento del disparo, pero, ¿cómo explicar todo lo anterior?
Mi razonamiento es el siguiente: cuando la puerta se cierra de golpe, eso provoca que alguien, en mi sueño, me dispare con un arma, y, a partir de ese incidente, es mi mente la que se encarga-con una velocidad extraordinaria- de crear todos los antecedentes del evento. El inconsciente sería algo así como la tinta, y la conciencia la escritura; no solo porque le da un sentido a la primera, sino porque establece un orden cronológico.
Tal vez la Creación comenzó con un portazo. Y quizá acaba de suceder.

Pablo Dobrinin

(la pintura: El cheque en blanco, de René Magritte)

Montevideo

Montevideo los ojos vidriosos las plumas de un ser alado
que flotan sobre las negras aguas
una mano que dibuja en el aire la forma de la música
las flores que se elevan y consumen en el aire
un hombre que recorre lentos corredores con la llave que solo cierra
Montevideo las arañas amarillas y sus paseos nocturnos en la telaraña de la fiebre
la clarividencia de los condenados a muerte el escorpión de luz de las revelaciones
Montevideo las calles que exudan una permanente melancolía
el cielo incoloro los edificios gastados las playas de invierno
Montevideo un niño perdido las palabras que nunca escucharé
Montevideo la feria de Tristán Narvaja y los hombres que caminan en sentido contrario a las agujas del reloj buscando un libro un álbum de figuritas un juguete
(Sobre el negro río de los discos de vinilo vuelan los pájaros de la memoria)
Montevideo un viejo sentado en una esquina
y esa tristeza mas contagiosa que un bostezo
esa mirada de luces despellejadas
esa angustia tatuada en los huesos
hurgando en una grieta del aire
esperando
tal vez
desde allí
descienda
una lluvia
lenta
de mujeres azules
Montevideo la erosión irremediable un sedimento vaporoso
Montevideo la noche sin párpados
el aire frío en el rostro de un hombre que mira el mar

Pablo Dobrinin

martes, 19 de enero de 2010

Nuevo Relato


Mi relato, "La Película de Artaud", saldrá publicado en el número 5 de la revista "Próxima", que tendría que estar en los puestos de venta a principios de marzo. La tapa de la revista es de Guillermo Romano, y la ilustración de mi cuento, en blanco y negro, estuvo a cargo de Julián Martínez. Como pueden apreciar se trata de dos geniales artistas. Podrán advertir también que va a ser un número sensacional, por la calidad de los escritores y los dibujantes que participan en ella. Como yapa, este número incluye un cómic del genial Aroldo.

martes, 5 de enero de 2010

Cine en el Bosque














RESEÑA DE PELICULAS


Un Misterio de Tres Patas

Es una de las mejores películas inglesas que he visto en mi vida.
Un librero encuentra un antiguo manuscrito en el que se narra la historia de la humanidad hasta la reunificación de Alemania. Esto no tendría nada de particular, salvo que fue escrito en el siglo XVIII. Después de comprobar su autenticidad mediante el método de Carbono 14, el hombre sale en busca de la anunciada segunda parte. Tras una infructuosa odisea por todo el mundo, que le lleva treinta y siete años, cinco meses, dos días, cuatro horas y diecisiete minutos, el aventurero se entrevista en Gran Bretaña con un conejo blanco de tres patas que le revela que el objeto de sus ansias se halla en un antiguo monasterio de la campiña escocesa. Después de una minuciosa investigación, encuentra el libro en un roperito del sagrado recinto y comienza a ojearlo nerviosamente, hasta que, ya impaciente, se saltea las páginas para conocer el fin de la historia del Hombre. Cuando llega a la última línea, aparta su vista del texto y con una palidez terrorífica estampada en su semblante mira a sus espaldas. En ese momento, mientras una música siniestra inunda la sala, los espectadores tenemos ocasión de ver la causa de su espanto. Desde la puerta del monasterio, extendiéndose por toda la pradera hasta el horizonte, encontramos infinidad de conejos blancos de tres patas, que nos miran con sus horribles ojos rojos. Confieso que salí del cine muy impresionado.

Pollo de Invierno

Film alemán que se presenta como una profunda reflexión sobre la incomprensión y el desamor que afecta a los seres humanos, aunque en rigor no pasa de un mero entretenimiento sabiamente estructurado. Es un claro exponente del nuevo cine germano, y sólo por este hecho vale la pena que nos detengamos en su análisis. El argumento es más o menos así:
Un hombre hereda un pollo de su abuelo. El plumífero le dice a su nuevo dueño la lista completa de los premios que van a salir ese año y los nueve siguientes en la lotería, pero el sujeto, que resulta ser un religioso a ultranza, lo rechaza gritándole que es un enviado del demonio para tentarlo con el vil metal, y de un patada lo arroja a la calle en una lluviosa noche de invierno. El desgraciado animal es encontrado días después por un científico loco que decide probar en él un nuevo dispositivo que lanza violentas descargas eléctricas. Al comprobar que el rayo no funciona adecuadamente, el pollo le informa al desalmado investigador que ha cometido un error en las ecuaciones, tras lo cual, éste efectúa las correcciones pertinentes. Habiendo comprobado la efectividad de su invento, y considerando que el moribundo animal ya no le reporta utilidad alguna, el tipo lo arroja a la calle de una patada en una lluviosa noche de invierno. Tras muchos infortunios similares el animal es recogido por un grupo de pescadores noruegos, a los que insiste en mostrarles en el mapa los sitios exactos donde pueden obtener el ansiado bacalao, pero los rudos marinos, que desconfían de un pollo parlante, deciden que tienen demasiada hambre y sin más trámite lo despluman, lo hierven y lo sirven en la cena. En el momento en que el cocinero lo presenta en una bandeja a sus comensales y se dispone a trozarlo, el pollo, en un postrer esfuerzo, alcanza a sugerirles que lo rocíen con limón y abundante sal a los efectos de que su carne les resulte mucho más sabrosa, consejo que por supuesto es desoído. Esta película cuenta con un buen guión, correcta dirección, excelente fotografía y destacadas actuaciones individuales, salvo la del propio pollo que lamentablemente demuestra no estar a la altura de las circunstancias. Increíblemente, un critico (?) estimó que si la película se hubiese presentado en Los Ángeles, el ave sería candidato al Oscar por su papel protagónico. En nuestra opinión, más valdría echarlo a la calle de una patada en una lluviosa noche de invierno. Como corolario, agreguemos simplemente que el pollo tuvo el pésimo gusto de morirse pocos días antes del estreno.
Y he dejado para el final la reseña de "Melodía Mortal" y "Margarita", en virtud de que no todos los días tenemos la suerte de poder comentar dos películas uruguayas.

Melodía Mortal
Otra película conceptual ( y van...) tan del gusto de los cineastas uruguayos, aunque el público siga prefiriendo otras opciones.
Un músico está convencido de que la forma de penetrar en otra dimensión es a través de una melodía que no conoce, pero que intuye en el fondo de su corazón. Ensaya una incontable cantidad de combinaciones musicales y cuando finalmente descubre la correcta, ve un portal dimensional y avanza hacia él, sin percatarse de que ya tiene ochenta y siete años y acaba de ingresar a su propia muerte. La película en sí no está mal, parte de una buena idea, aporta elementos interesantes, etc., etc., pero pensamos que el instrumento musical elegido debió ser otro: el solo de triángulo que tiene lugar al promediar la película, en sus veinte minutos finales, resulta un tanto anodino. Probablemente se pudo haber conseguido un efecto más dramático con un bombo.

Margarita

Dedicarse al séptimo arte en nuestro país fue siempre muy difícil, pero cuando una película uruguaya gana la Espumadera de Oro en el Festival Internacional de Cine Feminista estamos ante un hecho hazañoso.
Margarita es una abnegada ama de casa que debe soportar la esclavitud a la que la somete su esposo Joaquín. El hombre es un cínico que la destrata, y cuando no está en el trabajo la obliga mediante amenazas a realizar las ingratas tareas del hogar. En la primera hora de la película vemos a la desdichada mujer zurciendo medias, cocinando y lavando la ropa, mientras el monstruo de su marido se dedica tareas tales como romper las medias, comer y ensuciar la ropa. Sin embargo, un día, Joaquín sale a comprar cigarrillos y no regresa. A partir de este momento, Margarita se encuentra sola y subsiste gracias a una pobre pensión. Lejos de liberarse, la señora se encierra cada vez más en sí misma, no tiene amigas, no sale al cine, y continúa prisionera, como si su antigua rutina le hubiese prefijado un destino atroz. Incluso su casa, siempre con las ventanas cerradas, es una imagen de su incomunicación con el mundo. Durante años no recibe ninguna noticia del exterior, hasta que, una mañana, descubre una carta sin remitente en su buzón. Al abrirla, observa intrigada que en ella sólo hay una pluma. Una pluma, nada más. Intenta buscarle una simbología a este hecho, y en voz alta medita que ella ha sido como esa pluma, incapaz de resistirse al viento de los años, dejándose arrastrar por intereses que no eran los suyos. Entonces decide conservarla, para tener siempre presente lo que ha sido y lo que no querrá volver a ser. A la siguiente semana encuentra una nueva carta. Otra pluma. Así pasan los años y las plumas. Por fin, una tarde como tantas, alguien llama a su puerta. ¿Será el panadero?, se pregunta. ¿Acaso el muchacho que me trae el pedido del supermercado? ¿O el señor que me repone las garrafas? Nada de eso. Ataviado con un ominoso sobretodo negro, y con el rostro semioculto por el humo de su cigarrillo, es su esposo el que se presenta. Sin siquiera percatarse de su sorpresa, el desalmado Joaquín le espeta estas crueles palabras: "Vengo por el almohadón". La mujer se lo entrega y el hombre se marcha sin decir ni una palabra. Cuando la puerta se cierra Margarita se tira arriba de la cama y llora desconsoladamente. Su alma parece partirse en mil pedazos, pero a medida que transcurren los días y los meses, una rebeldía, alimentada en el magma de su desdicha, crece y crece. Al tiempo, el cartero le trae una caja enorme conteniendo una rueda. Ella decide conservarla. ¿Seré yo como esta rueda, girando si rumbo, insensatamente?, se interroga. Preguntas, preguntas sin respuesta. Poco después recibe otra rueda, un guardabarros, una llave de encendido, y así durante largos años. Finalmente vemos a Joaquín, otra vez fumando y vestido con el ominoso sobretodo negro. Llega hasta la puerta de su antigua casa y golpea, pero nadie le abre. Desanimado, mascullando palabrotas, se queda parado en el medio de la calle mirando en distintas direcciones. De pronto, ve aparecer un reluciente descapotable, último modelo, avanzando a toda velocidad. En la última secuencia, asistimos a un genial contaste entre el terror del hombre que va a ser arrollado y la diabólica sonrisa de Margarita, cuyo rostro exhibe un espantoso rictus de locura. Brillante, sin duda, con un desenlace no apto para cardíacos.


Pablo Dobrinin
(la ilustración: "Los ojos del bosque", de Juan Morante Cañizares)